martes, 12 de agosto de 2008

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The Cavern es sepultada


El problema realmente serio se detectó en 1965, cuando desde los túneles y locales del tren subterráneo de Liverpool, que pasaba muy por debajo del club, se detectaron goteras de aguas fecales que resultaron provenir de The Cavern. Según se descubrió, el club no contaba con ningún sistema de evacuación de las aguas sépticas hacia el alcantarillado. Los dueños habían dado por supuesto que existía, pero los desagües originarios, sobre los que se montaron los urinarios, no conectaban con las alcantarillas (supongo que en pleno siglo XIX nadie pensaría en que ello fuera necesario para un almacén). A donde realmente se conectaban esos desagües era a un enorme pozo ciego del que empezó a filtrarse su contenido hasta el ferrocarril. El coste de las reformas necesarias para resolver el problema ascendía a más de 3.500 libras (más de lo que había supuesto comprar el club) así que Ray McFall se declaró en bancarrota y The Cavern, el club original, el mítico, cerró finalmente en febrero de 1966.

Aunque las deficiencias fueron corregidas y el club se reabrió en julio del 66 con el mismo nombre, ya nunca sería lo mismo. Los nuevos dueños cambiaron ligeramente el aspecto interno del sótano sin alterar su ambiente propio, y durante unos meses todo parecía ser como antes, pero el Mersey Beat estaba muerto como tal y el club fue perdiendo su reputación mundial y dando paso a otras actividades no musicales, como encuentros políticos y artísticos. Todavía rentable, The Cavern acabó sus días víctima del mismo tren subterráneo que había sido su primera amenaza. En 1973, el ferrocarril iba a ampliarse y uno de sus conductos de extracción de aire tenía que pasar por el viejo sótano.

El 27 de marzo de 1973, las excavadoras demolieron el edificio situado sobre The Cavern y sepultaron el club bajo los escombros. Una vez terminadas las obras del ferrocarril, el lugar donde originariamente estuvo la sala quedó convertido en un aparcamiento. No me extrañaría que parte de la estructura del sótano (los arranques de los arcos, las bases de los pilares) estuviera todavía intacta debajo del asfalto y del hormigón, aunque lo único que de forma oficial se salvó fueron 15.000 ladrillos del edificio original (no se sabe con certeza si pertenecieron al sótano en sí o al inmueble situado sobre él) y algunos cientos más para vender a coleccionistas. En los años 70, no existía la sensibilidad histórica que reina en nuestros días, y precisamente fue esa pasividad la que acabó no sólo con un club de leyenda, sino con toda un área urbana del centro de Liverpool que hubiese merecido mejor suerte.



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