Fib 2007 - Menú Degustación

Como venía avisando, no faltamos a la cita. El viernes nos plantamos en Benicàssim, tras unas pocas horas de viaje desde Barcelona.
La jornada quizás más tranquila del Festival se abrió para nosotros de la mejor manera posible. A las 18.35 y con bastante puntualidad se servía nuestro primer plato, refinado pero sabroso, al que siguió un segundo de lujo, algo más suave pero igualmente delicioso: Rufus Wainwright y Antony and the Johnsons. Como buenas exquisiteces que se precien, ambas brevísimas. Rufus acabó, tras deshacerse de un albornoz, enfundado en unas medias negras y con tacones, brindándonos un enorme espectáculo en la más pura línea de sus tan queridos musicales. Sus músicos se convirtieron a su vez en "improvisados" bailarines que, al ritmo de Get Happy -canción popularizada en su día por Frank Sinatra- nos dejaron alucinados. Aquí tenéis un fragmento.

Antony no fue para menos y nos regaló un intimísimo concierto -como no podía ser de otra manera- que dejó huella en todos nosotros. Oir interpretar a este personaje temas como Hope There’s Someone no puede caer en saco roto y fue una auténtica gozada que nos puso los pelos de punta. Además, se entregó mostrándose al público, despojándose de la protección que le suele dar su piano, en un acto en el que lograba vencer su infinita timidez y que todos, sin duda, apreciamos.

También picamos un poco entre plato y plato con Kiko Veneno, siempre animado y Ok Go, algo más potente y guitarrero. Finalmente y de postre, para romper con la teórica plácida jornada, la tarta más dulce, pura golosina. Y es que Fangoria cocina sus conciertos como nadie, haciendo de cada uno de ellos (éste era mi cuarto) diversión garantizada, puro gozo y disfrute que nos hizo botar a todos como locos -y eso que eran las 3 de la madrugada y llevábamos ya más de 8 horas de conciertos a las espaldas-. Eso sí, pusieron la guinda con un discutible final a cargo de Spam y un guiño-homenaje de dudoso gusto al que fuera gurú de la tristemente famosa ruta del bacalao, el valenciano Chimo Bayo.

La XIII edición del FIB se cierra este año con un dudoso logro: el de haber reunido a más de 150.000 personas en los cuatro días que dura el Festival. De esta manera alcanza el récord de asistencia en sus trece años de historia y abre ciertas expectativas. La organización empieza a plantearse la posibilidad de cambiar en años venideros el lugar de encuentro (supongo que ante la incapacidad de Benicàssim de asumir tamaña marabunta) Seguro que se lo rifaran... Por cierto, un 47% de las entradas vendidas fueron para extranjeros, de entre los cuales un 70% eran británicos (ahí queda el dato y que cada uno lo interprete como quiera...)