Polly Jean Harvey se reinventa en su más reciente trabajo (el octavo ya) y se convierte esta vez en una turbadora cantante de cancioncillas ensoñadoras. En White Chalk, la cantautora inglesa aparca su rock de guitarras para dar paso a un pop desnudo y cuyo principal protagonista es el piano (además, por supuesto, de su tenue voz, irreconocible en los momentos más agudos). Tras 3 años de silencio desde aquel Uh huh her y algunos más desde su álbum debut Dry en 1989, el pasado 25 de Septimebre nos vuelve a sorprender a todos publicando en esta ocasión un disco de nanas fúnebres y fantasmagóricas. La homogeneidad de sus once canciones -en poco más de media hora- llama la atención. Da la impresión de estar escuchando una única pieza separada por diez silencios. PJ Harvey ha creado en su último trabajo una única atmósfera quebradiza y agónica. Uno de mis cortes favoritos, esa oda a la oscuridad llamada Dear Darkness.
Cien por cien recomendable. Once bellezas oscuras, once hermosos lamentos que te atrapan irremediablemente. Sin duda, uno de los discos del año.
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