¿Quién no recuerda el codazo que el italiano Mauro Tassotti propinó a Luis Enrique en los cuartos de final del Mundial de Estados Unidos '94?. Sí, aquella agresión que el árbitro del partido, el húngaro Sandor Puhl, no vió (o no quiso ver) nos dejó a casi todos conmocionados y con una irreprimible sensación de frustración. Y es, precisamente, en ese sentimiento de lo que pudo ser y no fue, en el que bucean las letras del último trabajo de Deneuve.
El codazo de Tassotti introduce además algunas novedades respecto a sus trabajos anteriores y es que los cambios en la formación de la banda han debido influir lo suyo. Las incorporaciones de Angeles Lovera (voz) y David Molina (guitarra) parecen haber dado nuevos matices al sonido de los cordobeses, que por otra parte sigue siendo fiel a sus principios. Algunos arreglos de trompeta y mandolina se suman en esta ocasión a los ya más habituales de violines y hacen del pop de Deneuve un pop cálido, a veces sesentero (Marble Arch), casi siempre tranquilo (Brundle) y raras veces eléctrico (El puente de hierro).
El sol escribe en tu espalda
un testamento de luz.
Los cuerpos boca abajo
y en el centro duermes tú.
La fiesta ha terminado,
recordaré tu forma de morir.
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